OpenAI abrió para pruebas públicas su chatbot basado en inteligencia artificial y su funcionamiento genera aplausos y controversias. "Es aterradoramente bueno", dijo Elon Musk.
La firma OpenAI puso a disposición del público para realizar pruebas su nueva y quizás más estimulante creación: ChatGPT, un chatbot o software conversacional capaz de responder preguntas y mantener un diálogo "natural" con un usuario mediante el empleo de inteligencia artificial (IA).
Ya más de un millón de usuarios testearon las capacidades de la herramienta, con resultados tan sorprendentes como polémicos. Pero, ¿de qué se trata ChatGPT?
Por empezar, OpenAI es una firma de investigación y desarrollo creada en 2015 por el inversionista Sam Altman, que es su actual CEO, y (cuándo no) Elon Musk. Más tarde, se sumarían capitalistas como el famoso Peter Thiel (ex PayPal y Facebook). Además de ChatGPT, la firma ha elaborado herramientas basadas en inteligencia artificial para la transcripción de textos (Whisper) y la generación de imágenes (DALL-E 2).
La empresa explica que ChatGPT está entrenado con una técnica de aprendizaje automático llamada Reinforcement Learning from Human Feedback (RLHF), por el cual
los entrenadores humanos de IA proporcionaron conversaciones en los que jugaron roles en ambos lados: como usuarios y como asistentes de la IA.
La versión del chabot abierto al uso público, que ya es la tercera, intenta comprender las preguntas planteadas y devuelve respuestas detalladas que se asemejan a un texto escrito por humanos en una conversación.
En estos primeros testeos abiertos, los usuarios se han sorprendido por lo acertadas y completas de las respuestas que entrega la herramienta, y de la naturalidad con la que se expresa, que la hace difícil de distinguir que un contenido generado por un humano.
Cualquiera puede probar ChatGPT. No requiere de instalación de ningún software y solo basta con usarlo en esta web, previo registro (se pueden usar las credenciales de Google o Microsoft).
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Si bien las consultas más empleadas son en inglés, también se puede dialogar en español y otros idiomas. Las peticiones dependerán de la imaginación del usuario: desde datos históricos hasta resolver operaciones matemáticas. Pero cuidado con lo que se escribe y consulta, ya que todo queda registrado por cuestiones de seguridad.
Aún así, sin embargo, la empresa afirma que si bien ChatGPT puede admitir errores, desafiar premisas incorrectas y rechazar solicitudes inapropiadas, también puede entregar "respuestas que suenan plausibles pero incorrectas o sin sentido", un problema que considera todavía difícil de solucionar.
La herramienta está demostrando una potencialidad que, para muchos, podría revolucionar la forma en la que buscamos y accedemos a la información, lo cual puede afectar el reinado de Google en ese sentido. Aún así, todavía hay muchísimo por mejorar como para considerarla hoy un rival del gigante tech.
Sin embargo, ChatGPT sorprendió hasta al mismísimo Musk, que ya no forma parte del directorio de OpenAI y calificó al desarrollo como "aterradoramente bueno" y que "no estamos lejos de una IA peligrosamente fuerte".
El millonario recientemente suspendió el acceso de OpenAI a la base de datos de Twitter tras enterarse de que la compañía estaba usando a la red social para "entrenar" al programa, y se mostró crítico de esa firma por haber perdido su perfil open source y sin fines de lucro.
Más allá de las virtudes, potencialidades y preocupaciones que genera la inteligencia artificial, es una tecnología que no se detiene y muestra un crecimiento exponencial. Según publicó Reuters, la inversión de capital de riesgo en empresas vinculadas al desarrollo de IA aumentó el año pasado a casi US$13.000 millones.
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