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Malka Mekler

Hacia una utopía de IA: Silicon Valley y la renta básica universal

Investigaciones financiadas por líderes tecnológicos muestran que un ingreso básico universal podría ayudar a cubrir necesidades elementales y fomentar una búsqueda de empleo más consciente.

La industria tecnológica está encaminada a crear una utopía basada en la inteligencia artificial, y algunos líderes del sector creen que la renta básica universal (UBI, por sus siglas en inglés) es la solución para enfrentar las transformaciones que estos avances conllevarán. De acuerdo con Business Insider, figuras prominentes de Silicon Valley, como Jack Dorsey, Mark Zuckerberg y Elon Musk, han mostrado su apoyo a esta iniciativa, previendo que la automatización y la inteligencia artificial general (AGI) podrían desestabilizar el mercado laboral tal como lo conocemos.


La UBI se define como un pago periódico en efectivo otorgado a todos los adultos, sin importar su situación financiera o laboral, y sin restricciones sobre cómo pueden gastar el dinero. Este concepto ha ganado popularidad entre los líderes tecnológicos debido a las posibles repercusiones que la automatización masiva podría tener en el empleo. Matthew Johnson, profesor de Políticas Públicas en la Universidad de Northumbria, sostiene que la conexión entre la tecnología y la UBI es innegable, ya que los avances tecnológicos podrían llevar a una gran cantidad de personas a perder sus empleos, creando un incentivo para reemplazar a los trabajadores con tecnología.


Elon Musk, en particular, ha expresado desde 2016 su apoyo a la UBI, describiendo en una conferencia en París que, en un escenario ideal, el desarrollo de la IA dejaría a todos sin trabajo, pero con ingresos universales elevados. Esta visión es compartida por otros pioneros en el campo de la inteligencia artificial, como Geoffrey Hinton, quien ha advertido que los gobiernos deberán implementar rentas básicas para contrarrestar las desigualdades generadas por la IA.


Sam Altman, CEO de OpenAI, propuso el concepto de “computación básica universal”, argumentando que los líderes tecnológicos buscan mitigar las consecuencias sociales de los desarrollos tecnológicos en los que han invertido. Altman ha financiado investigaciones sobre la UBI, destinando US$60 millones, de los cuales US$14 millones fueron de su propio dinero, para uno de los mayores ensayos de este sistema. Los resultados mostraron que los beneficiarios de la UBI utilizaron el dinero principalmente en necesidades básicas y trabajaron menos horas, pero mantuvieron su participación en el mercado laboral de manera más consciente.


La preocupación por un futuro distópico donde una pequeña élite se beneficia desproporcionadamente de los avances tecnológicos, mientras que la mayoría sufre desempleo, es un motor detrás del apoyo a la UBI. Scott Santens, un ferviente defensor de la renta básica, señala que su interés en la UBI surgió de la necesidad de encontrar una forma realista de hacer que la tecnología beneficie a todos. Según Santens, la automatización ha afectado al mercado laboral desde la década de 1970, con salarios que no han aumentado al ritmo de la productividad.


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