Desarrollos como la IA, Big Data, automatización, ciencia de datos, redes IoT y otras ofrecen ventajas significativas, como procesos agrícolas optimizados, toma de decisiones basadas en datos en tiempo real y automatización, permitiendo una gestión completa de cada etapa agrícola.
Por Yarien Moreno, profesor del Dpto. de Electrónica y Comunicación de la Facultad de Informática, Electrónica y Comunicación de la Universidad de Panamá.
Desde el comienzo de la humanidad, la agricultura ha desempeñado un papel de gran importancia en la evolución humana. Además de alimentar a la población mundial, sus aportes económicos hacen que las distintas regiones produzcan, cosechen y vendan alimentos de manera permanente, convirtiendo al sector alimentario en uno de los sectores más importantes.
En este contexto, el avance científico ha beneficiado los procesos agrícolas al mejorar la genética de las semillas de cultivos para hacerlos más resistentes a cambios climáticos. De manera similar, el desarrollo tecnológico ha posibilitado la aplicación de herramientas tecnológicas en los distintos procesos agrícolas, mejorando todas sus etapas. La inclusión de tecnologías digitales en estos procesos se conoce como agricultura 4.0 o agrotecnología. Actualmente, estas tecnologías ofrecen ventajas significativas, como procesos agrícolas optimizados, toma de decisiones basadas en datos en tiempo real y automatización, permitiendo una gestión completa de cada etapa agrícola.
Distintas tecnologías como la inteligencia artificial, Big Data, la automatización, la ciencia de datos, las redes IoT y las redes de sensores inalámbricos, el aprendizaje automático y las redes de comunicaciones, no solamente impactan de manera directa en el sector agrícola, sino también en los sectores subyacentes tales como el sector energético, hídrico, meteorológico e industrial, ampliando de ese modo las posibilidades de desarrollo de distintas aplicaciones en cada una de las áreas.
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Entre las aplicaciones se encuentra el análisis de imágenes mediante inteligencia artificial para la detección de plagas en los cultivos, el uso de drones para cartografiar el suelo y realizar tareas de recolección y fertilización automatizada. Además, se utilizan herramientas de aprendizaje automático entrenadas con grandes conjuntos de datos para tomar decisiones tempranas y medidas preventivas con respecto a los cultivos e incluso para la predicción del clima.
Las redes de sensores inalámbricas, así como las redes IoT, recolectan datos en tiempo real, de los parámetros físicos relacionados con los cultivos, (presión, humedad, temperatura, pH, etc.), los cuales son almacenados en la nube, permitiendo el acceso multiplataforma y en todo momento, para su posterior análisis. Estas redes también permiten el monitoreo continuo de los sistemas agrícolas, para optimizar la producción y minimizar las pérdidas.
Por otro lado, los grandes volúmenes de datos recopilados por estas redes muchas veces son almacenados y compartidos en plataformas de acceso público, lo cual permite que se realicen distintos análisis e investigaciones para la adopción de distintas medidas tanto en el ámbito corporativo, como a nivel país.
Por tales razones, en los últimos años, el constante desarrollo de estas herramientas tecnológicas ha generado múltiples aportes en el ámbito agropecuario y su utilización ha tenido una aceptación significativa, por lo que distintas implementaciones, así como macroproyectos han sido desarrollados exitosamente, permitiendo no solo la mejora continua de los procesos agrícolas mediante la innovación tecnológica, sino también realizando aportes económicos significativos en cada región, mediante un desarrollo sostenible.
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