Menos trabas, más infraestructura: el plan de Europa para ser "el continente de la IA"
- Redacción IT NOW
- hace 4 días
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La Unión Europea lanzó un ambicioso plan para impulsar su competitividad frente a Estados Unidos y China. Promete fábricas de chips, acceso a datos para startups y un enfoque más ágil ante las críticas por su exceso regulatorio.

Europa no quiere quedarse atrás en la carrera global por la inteligencia artificial. Consciente de que el liderazgo tecnológico está cada vez más condicionado por la capacidad de innovar en IA, la Comisión Europea presentó esta semana su “AI Continent Action Plan”, una hoja de ruta ambiciosa que busca posicionar a la región como un epicentro mundial del desarrollo y uso de esta tecnología.
El plan responde a una crítica cada vez más fuerte desde dentro y fuera del continente: que la estricta normativa europea, ejemplificada por la reciente Ley de IA (AI Act), frena la innovación y ahuyenta a las startups. Frente a esto, Bruselas busca cambiar la narrativa, prometiendo un ecosistema más dinámico, con mejor infraestructura, acceso a datos de entrenamiento de calidad y un punto único de orientación legal para empresas que desarrollan o utilizan IA.
Entre las acciones destacadas está la creación de una red de “fábricas de IA” y “gigafábricas” —instalaciones de gran escala equipadas con chips avanzados para entrenar modelos de última generación—, además de laboratorios especializados para facilitar a las startups el acceso a recursos técnicos y datasets esenciales. Estas medidas apuntan a cerrar la brecha con gigantes como Estados Unidos y China, que lideran hoy el desarrollo de modelos fundacionales como ChatGPT o Gemini.
Otro pilar del plan es el lanzamiento del AI Act Service Desk, una oficina que actuará como ventanilla única para ayudar a las empresas a cumplir con la compleja regulación europea en materia de IA. Este servicio busca equilibrar la necesidad de proteger a los ciudadanos —una prioridad para Bruselas— con la urgencia de ofrecer seguridad jurídica a los desarrolladores e inversionistas.
La propuesta también emula movimientos similares como el AI Action Plan británico, que también apuesta por ampliar la infraestructura nacional para potenciar la IA. Sin embargo, en el caso de la UE, el desafío es mayor: armonizar intereses de 27 países y disipar las tensiones internas entre el enfoque regulador centralizado de Bruselas y las posturas más aperturistas de algunos gobiernos nacionales.
El debate sigue abierto. Mientras figuras como Chris Lehane, de OpenAI, advierten que Europa corre el riesgo de “perderse la oportunidad” de capitalizar la IA por su rigidez normativa, otros como el vicepresidente estadounidense JD Vance piden a Europa mirar esta tecnología con “optimismo, no con temor”.
Aun así, la señal está dada: la Unión Europea quiere ser más que un actor regulador. Quiere ser protagonista. Convertirse en “el continente de la IA” no será solo cuestión de leyes, sino de capacidad para atraer talento, inversión e innovación real. Y, sobre todo, de demostrar que es posible impulsar el desarrollo tecnológico sin renunciar a los valores democráticos que la definen.
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